Tuesday, May 10, 2011

Socialismo cibernético

Jorge Etcheverry como El abuelo

Parecía que todo el mundo estaba preocupado por las próximas elecciones federales en el país, hablamos de Canadá. Eso llenaba los medios, que aparte de la próxima boda real inglesa, no hacían más que repetir los ires y venires y las caras de esos tres políticos que a la postre y aparentes diferencias, iban a gobernar más o menos lo mismo, como está sucediendo en general en el Mundo Desarrollado y en gran parte del otro, que ahora se llama Mundo en Vías de Desarrollo, para no ofender ni mirar en menos. Bueno, pero aunque la gente no está ni ahí—para usar una expresión de mi país de origen—con este evento cívico, la cosa política está de todas maneras más o menos agitada. Cosa del ambiente. Claro que, otra vez, este interés en la política sólo entre la poquísima gente que se preocupa, o a la que le interesa la política por estas latitudes, muchas de ellas personas de origen extranjero que han venido a parar aquí escapando conflictos o penurias en las cuatro esquinas del mundo. Porque hay que reconocer que con todos sus bemoles, todavía en este país la vida es bastante fácil en comparación y no te van a estar metiendo preso o haciéndote desaparecer por tus ideas políticas (todavía). A lo más, en un futuro a lo mejor lejano, está la ínfima posibilidad de que en un futuro quizás próximo, un joven bomba imbuido en un delirio escatopornográfico te haga volar en pedazos. Pero no a ti como persona, no es nada personal sino de convicciones, sino como habitante de la ciudad, transeúnte, ciudadano occidental, pasajero o consumidor en el paseo público, bus, tren o mall de que se trate.

Bueno, pero ya nos estamos yendo por los cerros de Úbeda, como dicen los españoles. Cosas de la edad, uno empieza a desvariar y a dar lecciones, sobre todo si ha sido profesor, como el que habla. Defecto que también tiene el Beto, un argentino casi de la edad mía, pero que se le nota más, que en su momento estuvo en el ERP en Argentina, después pasó a Italia y ahora vive aquí. Bastante desilusionado de la izquierda italiana—la mayoría del electorado que votaba por las diferentes izquierdas y a la postre siempre salía la derecha—, por ejemplo, las interminables discusiones, la falta de organización, el caudillismo y el personalismo, el nepotismo y el amiguismo. Me lo dice a me, pensé para mis adentros mientras lo escuchaba, dejando que se me enfriara el café, cuyo número de tazas diarias he disminuido por razones de salud. Y pasó a decirme que el socialismo científico por estos días no tenía nada de científico—Cuéntate una nueva, pensé—, que se había demostrado por ejemplo en Libia, Sudáfrica, Zimbabwe, en alguna medida Nicaragua, etc., que en todas partes menos, parece, en Cuba, que una de las causas del derrumbe del campo socialista era que los mandatarios y líderes, las cúpulas partidarias, empiezan de lo más bien, pero al cabo de unos años o décadas se corrompen, se les sube el poder a la cabeza, les baja la locurita y/o la persecuta y empiezan a repartirse el país con sus colaboradores, a liquidar a sus percibidos competidores y terminan convertidos en unos dictadores rodeados de una camarilla. Incluso el tata Stalin, que había llenado las oficinas del Kremlin de coterráneos y compinches y no había dejado a títere con cabeza entre las diversas posiciones y tendencias del campo socialista. “Eso es disco rayado”, le dije “ya lo dijo el Barbas de Chivo (Trotzky) en Los crímenes de Stalin y en La revolución traicionada. Además en una de éstas es cosa de la condición humana, ya que todavía ¿todavía? Somos unos animales”, le dije. Claro que sé muy bien que esto va a contrapelo con esa idea de los marxistas, o de algunos que se proclaman marxistas (¿cuáles, a estas alturas?) de que los humanos somos fundamentalmente buenos, unos angelitos, que las masas tienen una brújula infalible (el instinto de las masas). Eso fue más o menos lo que dije,

Pero él, que siempre ha sido acelerado y más cuando está nervioso, ya me estaba diciendo que si había visto esa serie de películas de los Terminator, de ese futuro regido por máquinas, que había un grano de verdad en todas esas representaciones de la cultura de masas—y no tan de masas, tuve ganas de decirle—yo no me he perdido una, y hasta me compré los libros, y eso que tengo un doctorado y por ahí hasta dicen que soy un intelectual. Pero había cierta razón en su argumento posterior. Y aunque parezca al comienzo descabellado, a lo mejor es una buena manera de evitar la corrupción y la decadencia de los regímenes socialistas del ‘socialismo real’, como a veces todavía se le denomina curiosamente. Todavía no conozco un socialismo irreal. Bueno, las derechas siempre dicen que el socialismo va contra la así llamada ‘naturaleza humana’, sus portavoces más furibundos suelen combinar el fundamentalismo cristiano y una concepción darwiniana harto materialista del hombre, lo que tiene un resultado totalmente esquizofrénico, pero que les funciona, ya que todavía están manejando el buque y cortando el queso de lo más bien.
Bueno, para resumir el Beto me dijo que los avances de la tecnología y la cibernética, el aumento de la capacidad de los computadores, la nanotecnología, las avanzadas técnicas en la medicina, etc.—Guagua L’Amore, que ahora es mesera en este café, dejó el estriptease y está matriculada en la universidad, trataba de escuchar con la oreja parada—harían posible tanto la realización del mito del ciborg, alianza del cuerpo humano y elementos mecánicos, como de las supercomputadoras que a su vez podrían generar inteligencia artificial. Los futuros partidos revolucionarios/socialistas del futuro tendrían un Comité Central compuesto de inteligencias artificiales y para poder entrar en sus ‘mandos medios’, las personas tendrían que probar que eran un 60% artificiales por lo menos.
Conversando con Guagua (no su verdadero nombre) unos días después, en el café, le tuve que decir que en principio lo del Beto no parecía tan descabellado y que lo iba a llamar por teléfono—curiosamente a ese apóstol de lo virtual no le gusta usar email— para disculparme por haberlo tomado un poco en chunga y haberme puesto tan pesado y un poco irónico. Guagua me decía que si él venía a compartir conmigo sus cosas, las ideas que se le ocurrían, era porque me respetaba y me consideraba y que yo no tenía derecho a portarme irónico con él. Luego me dijo que en todo caso ya se le había pasado en enojo y que ahora estaba en otra, que le había dicho que las fotos de Bin Laden no iban a ser dadas a conocer nunca porque iba a quedar en evidencia que era en realidad un extraterrestre...entonces volví a guardar el celular. Creo que voy a borrar el número del Beto

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

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Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura